Felicitación navideña de Ekipo medios. La foto es de Z., el diseño de A. y mío el texto que trascribo a continuación. Que sirva como una personal visión y felicitación de la Navidad.
¿Quién va a venir ya a recordarnos la primera nieve, las lentejuelas improvisadas, la bolsa de agua caliente? Caminamos sobre el frío y nada parece despertarnos al calor de los otros, ni el Gordo del Niño, ni los papá-noeles. Como un sortilegio de infancia o un espejo de luz puede abrirse la vida -o no- a esta felicidad abrupta con olor a Nenuco y castañas. Ya las estaciones se convierten en cometas y las miradas brillan con aliento de unicornios. Pero, ¿invadirá los días ese temblor de gominola, ese pudor del recuerdo que cubrimos con vendas y tarjetas de crédito? ¿Pasará otro año de largo el resplandor suspendido, la magia sin copyright que late sobre el invierno?
La casualidad internauta me ha llevado a dar esta mañana con unas preciosas versiones a cargo de Angela McCluskey & Triptych-CURIO. No sólo aciertan en el tratamiento de algunas de mis canciones favoritas ("My funny Valentine", "Famouse blue raincoat") sino que sorprende la instrumentación (encabezada por un violín de emocionantes cuerdas) y la voz de Angela McCluskey (cruda y vibrante). Os dejo el enlace a su myspace para que podáis disfrutarlo también.
Ahí va un poema de "Música para ascensores", libro con el que José Daniel Espejo ganó el Olvier Belmás 2006. En los versos de Joseda no es el diablo quien viste de Prada sino el Vacío de Armani. En sus versos, que huelen a insomnio y a peces voladores, quedan reflejados los "placeres irrenunciables" del autor (la brisa del mar y los pasteles de carne y la voz de Keren Ann y a Miyazaki) y no puedo sino acordarme del tito Woody en "Manhattan" con su lista propia: "las películas suecas, La Educación Sentimental de Flaubert, Marlon Brando, Frank Sinatra, las peras y manzanas de Cézanne, la cara de Tracy...".
Mientras suben y bajan dubitativos los ascensores por sus páginas, la voz de Joseda (inusual, fresca, auténtica) dialoga de frente con el verso y es una conversación íntima a la que asistimos como testigos de algo más que la palabra. Así, "y donde no había/nada de nada/aparecen sonidos, palabras, el principio de un poema/con pocas posibilidades de ponerse de pie". Y suenan ecos de Sánchez Rosillo ("La vida entera, dice/apostada en el segundo en el que nazca/la palabra necesaria en donde nada había"), la voz de Nina Persson tiñendo al silencio de rubio, el sudor frío que duerme en el fondo de las preguntas sin respuesta, poemas que sueltan amarras en la noche, letras recuperadas del olvido. Sus versos derrotan al lector, lo despiertan con ritmos a contratiempo de la rutina. Leer a Joseda es no salir ileso. Así que no, no nos sobra tus poemas, Joseda, a pesar de que digas que "esta canción es instrumental/y tus poemas sobran".
POÉTICA DEL TUBO
Primero tomaremos una carretera de Montaña Y a esta Montaña la llamaremos de muchas maneras Una por cada uno de sus nombres Que son muchos. Tras un número variable De curvas llegaremos al Pantano Y a este Pantano no lo llamaremos de ninguna Manera pues no tiene nombre O éste es secreto. Bucearemos. Llegaremos al Pueblo sumergido Y a este Pueblo lo llamaremos Infancia Y buscaremos Nuestra Casa. A esta Casa La llamaremos Nuestra. Abriremos la puerta, Nos adentraremos. En el pasillo Veremos una Línea Roja pintada en el suelo Que no recordaremos, y a esta Línea Roja la llamaremos El Punto De No Retorno. Avanzaremos. Buscaremos nuestro cuarto y en él Un Tubo vertical, a la altura de la cara. A este Tubo por fin lo llamaremos Poesía. Por Él se puede hablar, se puede respirar, Pero tendremos en cuenta que es ésta Una alegoría de las realistas, que la casa Se encuentra a muchos metros de profundidad, Y costará trabajar los pulmones, Y después no olvidaremos los ejercicios De la indispensable descompresión.
B.S.O.: "El último habitante del planeta", Mastretta
Este blog viene patrocinado por las alertas de san google. Quien quiera entender que entienda.
Mensaje cifrado
Sólo te pido que dejemos este parque, que abandonemos sus municiones, sus reproches para irnos por ahí, como cascaritas divertidas de pálidos carnavales; hielo y materia de olvido. Porque entre tirones y sufrimientos, la cosa se ha puesto tan fácil, tan fácil, que nadie puede resolver sus entusiasmos, ordenar sus festejos.
"Conmigo no tienes que fingir. No tienes que decir nada. Si me necesitas, silba. Sabes silbar, ¿no? Sólo tienes que juntar los labios y soplar. Y yo acudiré a tu llamada".
"Y si no pudieras dominar la situación: ¡Dame un silbidito!"