Soy un caballo




B.S.: Volet & Au ralenti de Soy un caballo

Nunca llevo el corazón encima (por si me lo quitan)

Veo de nuevo La flaqueza del bolquevique, ¿y qué me encuentro? Aparte de la belleza pícara de María Valverde y de la magnífica interpretación de Luis Tosar (¡me fascina ese hombre!) me topo con una canción que me pone las pilas y me despierta el recuerdo de mi adolescencia. Extremoduro suena eficazmente en la escena en que todo estalla: el protagonista se estampa contra un coche al despistarse metiendo una cinta en el radiocasette. La dueña del automóvil despierta el odio inmediato del protagonista, que se propondrá putearla hasta la extenuación mediante llamadas anónimas y demás cabronadas. Una mañana la sigue en su coche hasta un instituto. Allí descubrirá un rostro que no podrá olvidar. La joven hermana de su acosada se convertirá en su único pensamiento.

La peli se basa en una novela de Lorenzo Silva. No he tenido reparos en volver a verla aunque no hace demasiados meses que la revisité porque es, doy fe, una versión cinematográfica de la obra más que digna (tanto, que Silva se atreve incluso a dejarse ver en una escena como extra, a la manera de Hitchcock).

Hoy como banda sonora de esta entrada dejo "A fuego" de Extremoduro. No es ni de lejos una de mis canciones favoritas del grupo (había dejado de escucharlo cuando sacó el disco donde figura este corte), pero aquí la cuelgo. Quizá sea por la energía que irradia. Y no me malinterpreten, pero, ¿no dan ganas a veces, más con esta música, de estrellar el coche contra la matrícula trasera de nuestro enemigo?


Benedetti



Rostro de vos

Tengo una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.

Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor.

Sin temblor de más
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.

Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna
maldición.

Mis huéspedes concurren
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.

Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.

Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.

Ya mi rostro de vos
cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.





Escenas 3


La radio de Blindness, los maizales de Una historia verdadera, la furgoneta amarilla de My little miss sunshine, Iggy y Tom en Coffee and Cigarettes, las notas de piano y el tictac de Sólo se vive una vez, Edward G. Robinson en Perdición, los versos de Cummings en Hannah y sus hermanas, los gruñidos de Eastwood en Gran Torino, el frío blanco de Déjame entrar, el taxi de Somers Town, los pantys de Blow up, la pistola de A la orilla del cielo, las gafas de sol de Aliento, el rostro impasible de Billy Bob Thornton en El hombre que nunca estuvo allí, los teléfonos de Primera plana, el montaje de Asesinos natos, la llegada del color a Pleasentville, los cigarrillos de Buenas noches y buena suerte, los niños de Slumdog millionaire...




Brigitte Bardot y Serge Gainsbourg: Bonnie & Clyde

Texto de Raúl Vacas


SI PUDIERA

Si pudiera regresar del sol con una cesta de membrillos, nombrarte una vez más entre mis cartas rotas, entregarme a tu piel como a una luz oscura. Si me hablaras de Freud y me besaras dulce en el talón de Aquiles. Si al encender el móvil por las noches me contaran que existes más allá del olvido.

Si pudiera envolverme en tus deseos como los pájaros limpios en el barro. Si pudiera plantar un pensamiento alegre en el rosal del sexo y escarbar con la boca en la raíz de la palabra orgasmo.

Si pudiera ser pasto y precio de tus lágrimas y llorarlas contigo sobre las adelfas. Si me olvidara un verso en el renglón del aire. Si pudiera bañarme en tu saliva después de cada enfado. Si tus palabras crudas no amargaran tanto. Si el corazón del buey que hizo los surcos en tu vientre no hubiera existido. Si la misión del hombre fuera emborracharse. Si la palabra mundo no significara tanto. Si pudiera salvarte con un muerdo y renovar tu carne tras el baño. Si tus ojos me hicieran una seña absurda para hablar contigo, para hacerte cosquillas, para amarte dos horas.
Si pudiera recordar tus pechos con sabor a frutas y robarles bocados a escondidas a la hora del miedo. Si pudiera deshojar tus dudas y tus ojos. Si cuando acabe el mundo y juzguen nuestras vidas y nos condenen uno a uno a escribir los fallos en la piel del otro, pudiera regalarte una oración prohibida. Si pudiera quemarme en tus abrazos. Si al abrir el poema como un higo maduro me encontrara a la muerte por sorpresa y tuviera tus ojos.

Si vivir sólo fuera una excusa cualquiera para no conocerte. Si al jugar con tu risa, como juegan los viejos, olvidara los nombres de las cosas más tontas y pudiera nombrarlas nuevamente. Si defender al hombre de los hombres fuera el principal de los oficios y me sobraran fuerzas para hacerlo. Si una noche cualquiera me tirara a tus muslos como un ave de presa. Si pudiera tenerte, fluctuar en tus sueños, desovar en tu boca, encender tu recuerdo en los más alto.

Si pudiera soñarte y anunciarlo en la prensa, si al volver de la compra me cogieras la mano y acertaras la letra que se esconde en mi puño. Si al tapar las goteras de las nubes más viejas me encontrara algún sueño con olor a pregunta. Si encontrara la aguja que perdiste en tus ojos y lloviera una noche sin temor a mojarnos. Si pudiera ser fruto que se niega a ser visto y llenara tu boca de sabores extraños. Si pudiera este lunes. Si pudiera algún día.


(Raúl Vacas, "Al fondo a la derecha")


Raúl Vacas participa en el ciclo "Lecturas para adolescentes" coordinado por Aurora Gil Bohórquez. Su charla tendrá lugar en la Biblioteca Regional de Murcia a las 20:00 el lunes 4 de mayo.

Imagen: Oh, Magpie
Vídeo: It hurts me too de Karen Dalton