Letra a letra


Leyeron mis ojos no hace demasiado tiempo un relato revelador, y quizá hasta profético, que me impactó como sólo lo pueden hacer las buenas historias. Narraba en "La gangrena del habla" Miguel Sánchez Robles cómo la humanidad iba olvidando una a una las palabras con las que nombramos el mundo. Mi escasa y selectiva memoria variará el orden, pero creo recordar que el primero en cerciorarse del extraño suceso era un atento y curioso poeta, después los noticiarios y por último, cómo no, los estudiosos y políticos. Olvidar palabras se considera algo poco transcendente en el discurrir cotidiano, pero eso que al principio parece una mera curiosidad para añadir al final del telediario (junto al robot que interpreta canciones de Peret y los bostezos de una foca albina) se acaba convirtiendo en una cuestión de estado. He de suponer que al final de la narración las palabras regresan a nuestras mentes y bocas, vigorizando así el valor que depositamos en ellas.


Tras la lectura de este relato me pregunté cuáles serían aquellas palabras que no querría olvidar nunca. Encontré que sin ciertos vocablos, instalados ya en mi rutina verbal, quedarían cojas muchas de mis frases. Con otras, olvidaría ciertas realidades que hubiera preferido no conocer nunca. Por fin, podría darse el caso de perder palabras que admiro por su mismo sonido o por su esbelta grafía. Hay palabras tan bellas que sin duda las enmarcaría a cuerpo 72 en una susurrante helvética. Recuerdo ahora que de niña jugaba a buscar palabras que llamaran mi atención para escribirlas una y otra vez hasta difuminar su sentido. Más de una vez atravesé con ellas mi entonces ingenua visión del infinito. Disculpad, por tanto, si alguna vez la imprecisión se apodera de alguna de esas palabras tan embaucadoras. Reconoced también que ellas mismas se lo fueron buscando. Faltaba más, las muy bellacas siempre se salen con la suya.





Imagen: Germinal de Julio Reija
Música: Artie interpretando a Cole

2 comentarios:

María dijo...

Hola Marta.
Es cierto que olvidamos palabras, en cambio utilizamos otras nuevas en nuestra vida diaria.

Pongamos intención y un poco de buena voluntad para que no caigan en saco roto nuestros recuerdos.

Un beso.

Anónimo dijo...

Podrías indicar el nombre del relato? He seguido su rastro por la red pero no he podido dar con él...