A ver, criaturas, desde mi edad provecta y tal anerótica, os diré que una mujer con esa falda y esa rebeca (parece una monja clarisa en día de paseo) no excitaría ni al dependiente de una zapatería. Además, están esas horribles horquillas en el pelo, que se la bajan a cualquiera. Y la risa, no olvidemos la risa: una mujer que se ríe no es excitante. Para poner a un hombre a la altura de un Osborne hay que ponerse seria, y mirar criminalmente. No reír como si estuvieras a punto de pedir un pastel de fresa en la confitería. En todo caso, lo que más me ha llamado la atención del vídeo es la silla que hay apoyada en una esquina de la habitación. Me encantan y me inquietan las sillas colocadas en las esquinas. Rozan la metafísica.
"Conmigo no tienes que fingir. No tienes que decir nada. Si me necesitas, silba. Sabes silbar, ¿no? Sólo tienes que juntar los labios y soplar. Y yo acudiré a tu llamada".
"Y si no pudieras dominar la situación: ¡Dame un silbidito!"
3 comentarios:
Los ha puesto tibios.
Je, je. Eso parece, sí.
A ver, criaturas, desde mi edad provecta y tal anerótica, os diré que una mujer con esa falda y esa rebeca (parece una monja clarisa en día de paseo) no excitaría ni al dependiente de una zapatería. Además, están esas horribles horquillas en el pelo, que se la bajan a cualquiera. Y la risa, no olvidemos la risa: una mujer que se ríe no es excitante. Para poner a un hombre a la altura de un Osborne hay que ponerse seria, y mirar criminalmente. No reír como si estuvieras a punto de pedir un pastel de fresa en la confitería. En todo caso, lo que más me ha llamado la atención del vídeo es la silla que hay apoyada en una esquina de la habitación. Me encantan y me inquietan las sillas colocadas en las esquinas. Rozan la metafísica.
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