Música para el frío
¿A quién no le apetecen palomitas, una infusión caliente y una manta sobre los muslos en las tardes de invierno? Además de buena compañía y una buena peli, las tardes como esta piden cierto tipo de música. En mis tipologías musicales tengo etiquetada música para leer, música para conducir, música para pasear bajo la lluvia, música para desayunar, música para pasar la aspiradora, música para abrazarse, música para bailar sin que nadie te vea, música para cocinar, música para la ducha, música para hacer yoga, música para modelar plastilina, música para calmar los nervios, música para elevar los ánimos...
No hay departamentos estancos de tipos de música. Una sabe que para cocinar prefiere a Cat Power o a Janis Joplin, mientras para la ducha viene bien Le Punk o los Smiths. De camino al trabajo puede escucharse Skunk Anansie y Great Lake Swimmers a la vuelta. Johnny Cash cantará mientras ordeno los papeles y Caetano nos arrullará con "Souzinho" antes de un beso. Andrew Bird para pasear, Sondre Lerche para el aperitivo, Sufjan Stevens para leer y Tom Waits para mirarse a los ojos.
Pero esta tarde de invierno me pide escuchar tres canciones en concreto y las oiré sin cesar hasta que deje de colarse el frío entre sus acordes.
La primera canción puede molestar a los más sensibles. Si a mí me aterran los teletubbies y el bebé bailongo de Ally McBeal puedo entender que haya a quien le
irrite esta jovencita con orejas y nariz de elfo. Su voz de gnomo que intenta hacerse escuchar puede resultar estridente a los que les disguste Cocorosie y sus composiciones (emparentadas con Devendra Banhart) pueden parecer demasiado largas. Pero Joanna Newsom ha sabido explotar el deje infantil de su voz vistiendo de cuento de hadas su imaginario particular. ¿Pero qué otra opción le queda, con 26 años y tocando el arpa como un ángel? A mí, para qué voy a decir otra cosa, me encanta.
En el segundo corte de la tarde hace frío de veras. Suerte que tengo té de melocotón calentito y trufas de chocolate para escucharla. Dicen que el autor se apartó del mundanal ruido tras ser abandonado por su novia. En su retiro a las montañas de Winsconsin, entre ciervo y ciervo que él mismo cazaba para alimentarse, ideó el disco "For Emma, forever ago", un verdadero susurro vital. Rabia diluida y melancolía superada se hospedan con sencillez en la guitarra y voz de este hechizo sonoro.
En el tercer puesto hubiera preferido colgar el vídeo de la canción "Chicago" de Sufjan Stevens, pero no lo he encontrado. Sí he visto algo que me servirá como tarjeta navideña. Ahí va "Put the Lights on the tree", espero que os guste o al menos os sirva para repasar el inglés.