El pájaro
Primero lo achaqué a la muda veraniega de plumaje, pero terminaba septiembre y las plumas negras seguían apareciendo en el patio. La explicación dejó de convencerme en octubre; en ningún otro verano habían aparecido plumas completamente negras y mucho menos con aquel tamaño. Pensé que quizá nuestros vecinos habrían adquirido una urraca doméstica, pero a través de discretas indagaciones me aseguré de que no tenían mascota alguna.
Nuevas plumas aparecen cada día salpicando de un luto volátil las losas de mi patio. He vuelto a fumar para tener una excusa y sorprender in fraganti al misterio plumado. Resultaban ya sospechosas las salidas frecuentes en pleno invierno y las macetas comenzaban a ahogarse de tanto regarlas. El mes pasado descubrí que también mi vecino se ha dado al tabaco. Lo veo agotar colillas mientras barre pétalos granates como un loco. Es extraño; no encuentro el motivo de la invasión floral, no es época de geranios y en el vecindario nadie tiene rosales en su jardín.
Foto: Inma Alcázar
4 comentarios:
Está claro: era el pelo de Billy Corgan.
Siempre inquietantes y complejos estos textos de múltiples lecturas...
La estrategia de las tabaqueras no conoce límites y sus caminos son tan insondables como los de algunas divinidades veneradas en casi todo el mundo. Aunque si conociésemos la excusa del vecino, entonces tendríamos ya un dato más para poder extraer alguna conclusión. Saludos...
creo que la golondrina del tiempo
anido en la gardenia del cielo,
y sus de petalos caen sueños
acariciados en tantos vuelos.
Un abrazo, hermosa obra me gusto y mucho.
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